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Un beso de niebla — por Diego Saldaña (Tonche)

  • autogobiernocultural
  • 23 ago 2023
  • 3 Min. de lectura

Un brillante actor de los noventa, llamado Junio, llega a Xalapa a un encierro creativo para una obra en torno al escritor japonés Yukio Mishima, célebre por las temáticas gay de sus novelas, y por haberse dado muerte haciéndose un Seppuku. La contradicción es que Mishima se suicidó tras arengar al ejército japonés para revivir al fascista imperio del sol naciente y, en consecuencia, algunos miembros del elenco encuentran en el montaje un pretexto para la disciplina y la masculinidad militarizada.



Junio entonces duda de su presencia en el proceso, hasta que es asignado al papel del onnagata, un rol del teatro japonés que representa mujeres, pero debe ser interpretado por un varón, y en esa sutileza su instinto creativo se engancha: “A menos que el onnagata viva su existencia cotidiana como una mujer, nunca logrará ser un buen onnagata”

En el montaje también ha sido convocada Venus, la actriz trans en quién Junio encontrará la complicidad y el entendimiento que finalmente lo convencen de quedarse y gozar la niebla, los encuentros, y el desenfrenado proceso de creación. Incluso cuando esto limita su acceso a los retrovirales.

Junio ha sido detectado como VIH positivo, y este es el año 1993. Sus posibilidades de sobrevivir son bajas. Debido al estigma circundante, los medicamentos han tardado en desarrollarse y en distribuirse, y al requerir refrigeración tendría que almacenarlos en el refrigerador comunitario exponiéndose así a la discriminación acechante.

Decide no tomarlas. Decide continuar con el proceso de ensayos. Decide que la vida es finita por igual para todxs y, a cada segundo, la intensidad es su verdadera potencia y significado.

“Junio en el 93” es una obra especial y deslumbrante precisamente por eso. Porque a través de sus imágenes sensuales, de sus delicadas y precisas actuaciones, de sus textos hápticos, nos permite experimentar otra narrativa del VIH: la de redescubrir el gozo y la emoción de cada día.

Sabemos que el mundo se va a acabar. Sabemos que hemos de morir, y que nuestro tiempo se agota a cada minuto. Y sí, nuestro estatus serológico —incluyendo al VPH, ¿eh?— implica decisiones y prácticas con una ética distinta, pero jamás la destitución del gozo. Una mirada sensible, que también construye otro erotismo.



Junio en el 93, es una reescritura dramática a partir de la novela autobiográfica que nos legó el actor mexicano Alejandro Reyes. A través de sus anécdotas tan ficticias como materiales, nos ofrece una ventana a aquel momento histórico del teatro y de la disidencia sexual en México, pero también un espacio para preguntarnos y sentir junto con este intérprete que nos habla a la distancia y desde su muy peculiar sabiduría sobre el deseo y el arte.

Les quedan 8 funciones de su última temporada, si quieren resonar con otras formas del placer de ver teatro, déjense seducir por su señuelo y vayan al recinto para vibrar a su lado.


Foro de las Artes, CNA. Jueves a domingo. Teatro de Arena.

A partir de las memorias de Alejandro Reyes.

Dramaturgia: Luis Mario Moncada

Dirección: Martín Acosta


Elenco:

Miguel Tercero

Mel Fuentes

Medin Villatoro

Baruch Valdés


Música original y diseño sonoro: Isay Ramírez

Escenografía y vestuario: Eva Aguiñaga

Iluminación: Matías Gorlero

Producción general: Michelle Menéndez

Producción ejecutiva: Paulina Montiel 2.° Asistencia de producción: Saraswati Valladares

1.° Asistencia de producción: Fryda Vázquez

Producción: Teatro de Arena

Asistencia de dirección: Eduardo Arriola

Música escena: Miguel Tercero Diseño gráfico: Héctor Ortega R

ealización de vestuario: Cristina Castañeda

Realización de escenografía: Isaac Nolacea

Realización del tocado de Venus: Anabel Ortega

Ilustración de acetatos: Fátima Montiel

 
 
 

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