Te reto a que le pongas nombre a esto que somos
- autogobiernocultural
- 18 ago 2023
- 2 Min. de lectura
-Por Diego Saldaña (Tonche)
Hay muchos tipos de relaciones en la vida. Algunas tienen nombres y otras no. En algunas podemos reconocer las expectativas; en otras tenemos un territorio sin mapa.
La obra “Todo está bajo control” retrata las tensiones de una relación amorosa que no entra en las categorías pero que tampoco escapa de sus mandatos.
Al iniciar la puesta en escena vemos un dueto que baila y transita los giros de una coreografía cuyo trazo se repite alrededor del escenario. El dúo se convierte entonces en diálogo, unidad mínima de relación interpersonal. Los primeros parlamentos se acumulan al baile, haciendo de la repetición corporal una metáfora de esas vueltas en círculos que tienen ciertas discusiones en el núcleo de una relación.

Poco a poco descubrimos que su vínculo consiste en encuentros esporádicos y espaciados, cuya dinámica no parece satisfacer a ninguna de las partes. Ella persigue la formalización en un esquema de noviazgo, y él se escapa en respuestas evasivas que terminan por promover una relación sin cuidados y sin acuerdos, desigual. Es el tropo desafortunado de la amante y el patán. Pero las cosas se enredan, con la fiesta como telón de fondo que nos muestra un placer, un disfrute, en esta fusión inestable. Por momentos él se muestra vulnerable y con ansias de cariño, y ella descubre que le gustan también otras personas.
La escenografía representa fragmentos de un órgano vital, tal vez un corazón multiforme, que se compone y recompone creando barreras, lechos, islas, círculos. Es quizás el territorio en disputa donde los personajes buscan recomponer su rompecabezas amoroso.
¿Cómo canalizar la atracción cuando no hay un cauce dado? Los personajes se debaten entre separarse definitivamente o consolidar una relación de pareja monógama; y en este limbo irán encontrando una respuesta final que, sin embargo, traerá nuevos cuestionamientos.
La obra tiene momentos muy bien logrados actoralmente, donde los estados alterados de la fiesta permiten a lxs intérpretes explorar registros corporales de sensualidad etérea y divertida. Entre sus ensoñaciones atraviesan fantasías y ansiedades del deber ser femenino y masculino frente al amor. Son los discursos con los que lidiamos día con día en este construir relaciones del mundo contemporáneo.

Todo está bajo control es una obra que hay que ver para revisitar esos afectos que aún no tienen resolución, y para disfrutar la paradoja de que, una vez más, el amor no puede encontrar su estructura si está bajo control.
Dirección: Pamela Caloca
Dramaturgia: Iankarla Castillo
Lalo: Luis Arturo Rodríguez
Lala: Iankarla Castillo
Coreografias y movimiento: Luis Arturo Rodríguez
Música: Alina Maldonado
Diseño Escénico: Ricardo Salgado
Asistente de dirección: Aldahir Galindo
Producción: Obra Negra Producciónes: Iankarla Castillo y Sandra Burgos
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